Sentir Público: «Chile se caracteriza por no poseer una memoria colectiva amplia, sino resumida que se limita al recuerdo dicotómico de dictadura – democracia, lo que se extiende hasta hoy»

diciembre 10th, 2013 | Novedades

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voto 2013

El pasado 17 de noviembre se realizaron en Chile las votaciones para elegir al Presidente de la República para el próximo periodo. A pesar de la amplia oferta de candidatos, Michelle Bachelet y Evelyn Matthei, representante de los tradicionales conglomerados políticos, fueron quienes, con  46,67% y 25,01% de las preferencias respectivamente, pasaron a la segunda vuelta que se desarrollará el próximo domingo 15 de diciembre. 

Para comprender este fenómeno, la crisis del sistema electoral que el país parece enfrentar, conversamos con el sociólogo Aarón López, coordinador de Área de Investigación de la consultora regional Sentir Público.

– En unas elecciones como las pasadas, donde hubo nueve candidatos, ¿cómo se explica que los resultados hayan sido tan tradicionales?

– Considerando todas las opciones políticas como válidas, incluso la abstención bajo un argumento de participación real y de autonomía individual o local en la toma de decisiones, existen varios factores determinantes para entender porqué la sociedad chilena no mira más allá de las dos opciones presidenciales tradicionales.

Uno de ellos, se relaciona con el voto joven. Hacerlo efectivo significaba, por ejemplo, el triunfo de campañas como la de Sfeir, Claude o Parisi, pues este sector mantiene un rechazo profundo hacia quienes son responsables de las condiciones socioculturales, institucionales, económicas y políticas de nuestro país. En el caso chileno, estos son los actores políticos activos de la dictadura, la Alianza como asociación al primero y como coalición del gobierno actual, y, en gran parte, la Concertación como gran factor de mantención del modelo.

En este sentido, el voto joven nace fuera de la creencia de las dos coaliciones como opciones absolutas y coercitiva. De esta forma, se contrapone al voto adulto que se enmarca en la costumbre a dos opciones como únicas alternativas. Por esto, la clasificación dicotómica joven – adulto, en el voto, no se refiere necesariamente a los sectores etarios a los que pertenecen los votantes, sino a la ampliación del espectro de alternativas, donde la Concertación y la Alianza no se perciben como únicas opciones; y esto puede ser independiente a la edad de los votante.

Esto mantiene directa relación con la sugerencia de no tener miedo al votar, o de no creer en la justificación por tradición., es decir, creer en las dos opciones históricas porque «siempre ha sido así». Lo que ocurre cuando se practica el votar a ganador, o sea, tener preferencia por algún candidato que no se encuentra en el duopolio político, pero votar por uno que sí se encuentra en éste para no hacer del voto un “voto inútil” y ser parte del porcentaje de la candidatura triunfadora.

– ¿Qué otros factores influyen en este fenómeno?

El acceso a la información también influye. No es sorpresa que las candidaturas que no pertenecen a la Concertación o a la Alianza se den a conocer en gran parte por medios predominantemente jóvenes, como las redes virtuales o Internet en general. Sin embargo, la información de campaña debiese darse por todos los medios posibles, para asegurar la recepción de esta información por parte del general de la población. Hoy la televisión y la prensa escrita masiva cumplen un rol importante en la promoción de las candidaturas de la Alianza y de la Concertación y en el escondite de las candidaturas que van por fuera de ambos conglomerados políticos.

Otro de los factores más importantes que permitirían el triunfo de candidaturas que van por fuera de la Concertación o la Alianza, y la pérdida de éstas últimas, es la memoria. Chile se caracteriza por no poseer una memoria colectiva amplia, sino resumida que se limita al recuerdo dicotómico de dictadura – democracia, lo que se extiende hasta hoy.

En Chile, por lo menos en la población adulta, sobre los 35 años quizás, las decisiones políticas que se limitan al voto o a la toma de una postura u opinión que se refiera a la clase política, son reducidas a los dos bandos con más cabida comunicacional en dictadura: los simpatizantes y los opositores, los pertenecientes a la campaña del Sí y los de la campaña del No.

Ello se traduce al escenario post dictura en los 90’ y también al escenario actual. La percepción colectiva chilena el escenario político actual se limita a optar necesariamente por la Concertación, hoy Nueva Mayoría, o por la Alianza, pues la toma de posturas se basa en la dualidad dictadura – democracia, y obviar el resto de candidaturas o posturas, ignorarlas, o creerlas poco serias, con pocas posibilidades, candidaturas testimoniales, o candidaturas complementarias a los planteamientos de la Concertación si son candidaturas hacia el sector de izquierda, o candidaturas complementarias a los planteamientos de la Alianza si están hacia el sector de derecha. No por nada en los medios se consultaban a las candidaturas de Claude o ME-O si votarían por Bachelet en segunda vuelta mucho antes de llevarse a cabo la primera vuelta; o a Parisi si votaría por Matthei en esa instancia.

– Entonces, la memoria juega un papel importante.

–  Decir que Chile no tiene memoria puede ser un error, el problema es que posee una demasiado determinista a la dualidad Sí y No, o dictadores y opositores. La memoria colectiva de Chile debe extenderse tanto hacia más atrás de la dictadura, como también hacia períodos mucho más cercanos a la actualidad, en lugar de clasificar según las partes opuestas durante el plebiscito.

Con una memoria colectiva amplia sin determinismos duopólicos, se consideran posturas, medidas, programas, aconteceres, y realidades pre dictatoriales que han sido olvidadas, y más importante aún,  con una memoria colectiva amplia, holística, e histórica se consideran hechos post dictatoriales que permitirían poseer la opción de no votar por representantes de la Concertación o la Alianza, recordar los desempeños, lineamientos, posturas, y los actuares de los gobiernos de Aylwin, Frei, Lagos, y Bachelet, y el contraste de sus posturas en dictadura con sus posturas actuales, o bien, los hechos del gobierno de Piñera. Con ello, se suprime el castigo al actuar de la Concertación votando por un candidato de la Alianza, o el castigo al actuar de la Alianza votando por un candidato de la Concertación o Nueva Mayoría, y se abre el espectro de opciones o existe el atrevimiento de votar por alternativas distintas al vicio reproductivo del duopolio político.

– ¿Cómo se resuelve la representatividad en el sistema electoral actual?

– Sin duda, la alta tasa de abstención de estas elecciones, y de las elecciones correspondientes a la práctica del estrenado voto voluntario e inscripción automática,  hacen poner en reflexión una serie de cuestionamientos sobre diferentes factores que pudiesen ser determinantes de la decisión de no votar.

Un factor claro, del que por lo general se tiene seguridad de que influye en la decisión del voto, es la representatividad. Concepto manoseado muchas veces por la opinión pública y por las candidaturas. Estas últimas, generalmente,  hablan de este término como si fuesen los acuñadores del mismo o los que poseen la facultad para dictar qué es representativo o quién es representativo.

Lo primero que hay que hacer es plantearse si esta elección en particular y la cantidad de candidatos o el sistema es representativo -y sólo nos abocamos a las elecciones presidenciales, pues sabemos lo poco representativo que es el sistema binominal-. De esta forma, parece ser que la representación necesariamente tiene que ser la delegación de mis prioridades y sus soluciones, a un externo, a otra persona que generalmente no conocemos. Persona que se elije por medio de una votación, cada cuatro años, a través de exposiciones vagas de ideas generales, posturas, y algunos lineamientos de sus programas, y más aún, a través de la frecuencia con que vemos cada una de sus caras en carteles en la vía pública o en rencillas entre ellos mismos ¿A qué me refiero? Existe un grupo importante de personas que no necesariamente se vinculan, ni desean hacerlo, a un sistema electoral, ya que la representación en otro se considera inválida, más aún cuando esta se hace con las características que se señalaron.

– ¿Un amplio número de candidatos es sinónimo de representatividad?

Los votantes, que a simple vista se percibe como una gran mayoría, son los que dan validez a la democracia, pero en esta elección no votaron. ¿Por qué un creyente de la democracia no vota cuando hay nueve candidatos? La respuesta es simple, el número de candidatos no se traduce en representatividad y los electores lo que buscan no es sentirse necesariamente representados, sino sentir credibilidad. De hecho, nueve candidatos ni siquiera es un indicador de diversidad, ni cien tampoco.

En estas elecciones, el grupo de candidatos con planteamientos hacia la izquierda tendían a programas bastante similares, a pesar de que acentuaban sus candidaturas en énfasis distintos. Sin embargo, el énfasis de uno se encontraba de igual forma en el programa de otro pero no como eje fundamental de la candidatura. Así, cabe preguntarse por qué Sfeir, Claude, Miranda, e incluso ME-O, no aunaron sus candidaturas, o por qué no se pensó en hacerlo de forma original o con bastante anticipación a la primera vuelta ¿Importa más el ego personal que llevar el programa de sus convicciones a practicarse desde La Moneda? Incluso en la derecha existió, en estas elecciones, mayor diversidad en algunas de sus propuestas, si consideramos en ella a Matthei, Parisi, e incluso, en cierta parte, a Israel, como una centro derecha valórica.

Bachelet, aunque se asimile con las demandas sociales y ciudadanas, cuenta con una historia política que no se condice con las propuestas que realiza. Pasa lo mismo con Matthei, y aunque ésta sea más coherente entre sus propuestas, también es juzgada por su historia política. La derecha política siempre ha mantenido los mismos adherentes y su forma de reproducción se limita a una herencia generacional vinculada a lazos familiares. Por ello, que la candidata del oficialismo represente a otros votantes que no han estado vinculados a una postura de derecha es un panorama bastante difícil de concebir.

– ¿Cómo influye esta crisis de la representatividad y la credibilidad en el sistema electoral?

– Es muy probable que algunos sectores bajo el argumento de la amplia abstención y, supuestamente, incoherente gran representatividad que se presentó a través del número de candidatos, se implemente el voto obligatorio. En ese caso, lo que sucedería sería un bajo porcentaje de abstención, acompañado de una votación forzada, no informada, y por consiguiente, con un/a presidente/a electo en base a escasa información.

El resultado sería tan nefasto como los parlamentarios “electos” por doblaje de votos en el sistema binominal. ¿Realmente habría una representación de la ciudadanía en el presidente electo? Si hoy, con el porcentaje de votantes, hay una votación por convicción, voluntaria, y por votantes informados –porque la escasa información que entregan las campañas obliga a que quienes quieren votar busquen mayor información– con la vuelta al voto obligatorio se volvería a lo que ocurrió durante los más de veinte años con voto obligatorio: voto desinformado, pero voto al fin y al cabo por ser obligado, que tiende, por lo mismo, o a la Alianza o a la Concertación y que impide abrir el espectro de opciones.

 



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