Formación de ciudadanía, prácticas culturales y opinión pública (1930-1990)

Por

Autores: Norberto Álvarez, Fernando Rivas e Inés Pérez

Introducción

Tanto en Chile como en Argentina, el período abierto en los años treinta del siglo XX se caracterizó por profundos cambios en la vida política que condicionaron al mismo tiempo las concepciones, la evolución y el ejercicio de la ciudadanía. En la/s lectura/s de estas transformaciones realizada/s desde el campo de la Historia académica han predominado dos enfoques, que no necesariamente se han opuesto sino que han resultado complementarios. Tomando terminología de la filosofía política, podríamos caracterizarlos como “liberal”, centrado en la posesión de derechos –civiles, políticos, sociales-, y “republicano”, donde el acento está puesto en la participación de los ciudadanos en la vida cívica y dentro de la que los conceptos de “sociedad civil” y “esfera pública” ganan centralidad.2 Podría decirse que la investigación sobre ciudadanía se ha centrado en la participación de los individuos en la comunidad nacional, a partir del ejercicio de sus libertades públicas, es decir, de su participación en la esfera pública por una parte y, por otra, en el reconocimiento legal a la representación política.


Desde otras perspectivas se han distinguido dos tipos de ciudadanía: la “instrumental” y la “política”, que se oponen en cuanto a su concepción de lo político, entendido esto como la preocupación por la cosa pública y la acción consecuente. Mientras una, la primera, considera la política como algo ajeno, distante y sobre lo cual no hay compromiso, la segunda concibe al sistema político como el campo de la acción colectiva de los propios ciudadanos. La ciudadanía instrumental descree de la política, sin embargo la considera como un ámbito necesario para producir cambios sociales y en ese sentido demanda de los ciudadanos, y en especial de las autoridades, una administración eficiente en pro del bienestar de la gente, pero sin inmiscuirse en la toma de decisiones ni en la marcha del país. La ciudadanía política, en tanto, es la capacidad conjunta, social, de los ciudadanos de propiciar cambios, mediante la participación y la acción conjunta de los diversos actores sociales. Esta acción colectiva no supone una relación exclusiva con la “política institucionalizada”, aún cuando puede participar de ella, sino que es más bien la capacidad conjunta de la acción de un colectivo social entendido como un “nosotros”.

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